La búsqueda desenfrenada por las ganancias a costa de la calidad: una amenaza a la salud y la ética
El
arte de la gastronomía, que convierte los productos en experiencias culturales
y sensoriales, no solo deleita el paladar, sino también fortalece la identidad
cultural y contribuye a la sostenibilidad ambiental. Lamentablemente, detrás
del encanto de un plato delicioso, a menudo se esconden realidades menos
atractivas y preocupantes.
En
este ámbito altamente competitivo, diversas empresas se ven tentadas a reducir
sus costos de producción para maximizar sus ganancias. Sin embargo, esta
búsqueda por la rentabilidad pone en riesgo la calidad de los productos y
servicios, desembocando en prácticas cuestionables. El uso de insumos de baja
calidad, la explotación laboral y un manejo inadecuado de recursos son algunos
ejemplos de cómo muchos restaurantes priorizan la reducción de costos,
convirtiéndose en una amenaza para la salud y la ética que deben regir los
negocios.
Una
serie de clausuras y sanciones a establecimientos han sacudido el corazón
gastronómico de Lima. Las inspecciones han revelado graves infracciones a las
normas de higiene y salubridad. Coliformes fecales, cucarachas, arañas y hasta
heces de ratas han sido encontrados en las cocinas de estos establecimientos,
poniendo de manifiesto la falta de mantenimiento, la pésima manipulación de
alimentos y la ausencia de medidas básicas de higiene. Esto se debe a que los
negocios no invierten en capacitaciones para sus trabajadores ni en medidas de
controles de calidad adecuadas, exponiendo la fragilidad de un sistema que
prioriza las ganancias sobre el bienestar humano.
Por
otro lado, Workforce (2022) nos informa que los errores más comunes en la
gestión de costos en restaurantes son la reducción de salarios, el exceso de
horas y el trabajo con una dotación mínima de personal. Con frecuencia, estos
son intentos desesperados que solo tienen efectos a corto plazo y producen
consecuencias negativas para el negocio, como el agotamiento, empleados
desmotivados y frustrados que brindan una mala atención, lo que a su vez genera
insatisfacción y pérdida de clientes.
Otro punto a
mencionar, es la búsqueda de insumos mucho más baratos, que genera un impacto
ambiental negativo. Según Dionisio Ortiz, catedrático la Universidad
Politécnica de Valencia: “Los precios de los alimentos no reflejan los costes
totales de su producción, no reflejan lo que a la sociedad le cuesta o está
sacrificando para obtenerlos, en gran medida por sus impactos ambientales”. La
búsqueda de insumos agrícolas más baratos a impulsa la agricultura intensiva,
que utiliza grandes cantidades de fertilizantes, pesticidas y agua. Esta
práctica agota los recursos, la fertilidad del suelo, contamina las fuentes de
agua; por el uso de pesticidas; y reduce la biodiversidad. En cambio, los
productores y agricultores que utilizan métodos tradicionales de cultivo libres
de químicos ofrecen productos más nutritivos, sabrosos y respetuosos con el
medio ambiente.
Queda demostrado entonces, que un sistema gastronómico que prioriza la rentabilidad sobre la salud, la ética y el bienestar de sus clientes y trabajadores no es sostenible. Es necesario un cambio. Encontrar un equilibro entra la rentabilidad y la ética puede ser posible. Los negocios deben comprender que invertir en higiene, capacitación y prácticas sostenibles no solo contribuye a un futuro más justo, sino que también genera confianza entre sus clientes, fortalece su reputación y asegura su éxito a largo plazo. Solo así podremos disfrutar de una gastronomía segura, deliciosa y que no comprometa el bienestar de las personas.
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